LA INFORMACIÓN EN TIEMPOS PANDEMICOS

Miscelaneo Mapa  Fondo de Pantalla

Leí en alguna entrega de National Geographic que las representaciones de quimeras y criaturas fantásticas en los mapas de navegación medievales no eran otra cosa que una solución para evitar que muchas personas se convirtiesen en navegantes. Si, este recurso semiótico ayudo a sembrar una idea simple: el mar es peligroso, mejor quédate en casa. ¿Por qué hablamos de esto? Bien, este ejemplo lo cito con frecuencia en una de mis clases dedicadas al tema de la cartografía, al citarlo, con cierta gracia, comentaba como los incautos caían en este truco tan bajo, eran tiempos del poder iconográfico.

En un salto cuántico, que nos lleva a finales del pasado 2019 – el año en que la ciudad de Los Ángeles tendría replicantes y autos voladores, pero solo nos trajo contaminación y sobrepoblación – en el que el brote de corona… Covid-19 comenzó a salir de su área de contención en Wuhan y a dispersarse por el mundo, un mal presagio para comenzar este 2020. El Covid-19 comenzó, poco a poco a ganar espacio en los agenda-settings de los noticieros, los casos se incrementaban, cada día nuevas victimas aparecían. Así mismo la información se manifestaba en cardúmenes de fake news que se compartían tan rápido como el virus, infoxicando a todo aquel suceptible de caer en estado depresivo. El fin del mundo que nos pintaba la fabrica de sueños Hollywoodense no es el que nos enviaron. El miedo, “una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad” acorde al ensayo El Horror Sobrenatural en la Literatura escrito por el maestro de Providence Howard Philips Lovecraft, comenzó a tomar fuerza en cada post puesto en los perfiles de millones de usuarios de las redes sociales: “pandemia”, “nos llevo el que nos trajo”, “que nos coma el tigre”, “fue un honor estar con ustedes en estos últimos minutos”, etc; aforismos para un versículo apócrifo del apocalipsis.

Como si se tratara de una adicción descontrolada, comencé a mirar desde la primera hora los post compartidos en twitter, facebook, y claro los portales de los principales periódicos locales. Mi pesquisa me llevo a una conclusión muy desalentadora: los medios dicen todo a medias, los dirigentes piensan en caliente y las medidas se implementan bajo el ensayo y error con efecto acordeón. Ahora pongamos un escenario muy diferente, ¿que pasa en los pueblos, en la Colombia rural que llaman? Ahí si se cumple lo que el realismo mágico del Nobel García Márquez planteaba en su cuento Algo muy grave va a suceder en este pueblo”. A modo de confesión me fui a pasar parte del simulacro pedagógico de cuarentena en la casa de mis suegros en Mesitas del Colegio, aprovechando que le llevaría provisiones y medicamentos, confiado en que el martes 24 de marzo levantarían la restricción de movilidad y podríamos devolvernos como es habitual, pero el presidente enfermo y declaro que nadie podría regresar a la capital, donde lo agarro la cuarentena lo agarro y punto. Tras ese anuncio comencé a parir piñas, a sudar de manera excesiva, y no por el calor, a dar puntapiés a todo, atrapado sin salida en un pueblo y sin acceso a internet para completar.

Al ir al centro del pueblo para comprar provisiones aproveche para averiguar si alguien me podría subir de manera clandestina, caleta, bajo el radar; pero solo me encontraba con: “con suerte llegaría mañana a Bogotá y de subirlo lo puedo dejar en Pradilla, por 15 lukas”. Entre mas preguntaba el resultado era el mismo, la gente tenia miedo de mover sus vehículos, de salir de la casa, hasta el mismo alcalde salió a sermonear a los residentes que cogió infraganti tomando una agria en el parque como si nada pasara. Al día siguiente dijeron que dejarían ingresar gente a la capital y que abría buses intermunicipales desde las 12 de la noche hasta las 6 de la mañana, un rayo de luz me irradio de una felicidad momentánea. Me levante a las tres y media de la madrugada, salimos con mi esposa a coger camino y llegamos al terminal del pueblo: “no había ni habrá buses”, caramba, “toco caminar”. Durante dos horas me sentí como aquel personaje de la novela La Carretera de Cormac McCarthy, andando por un paisaje distopico sin humanos y muchos pajaritos. Gracias a las invocaciones a la divinidad hechas por mi esposa un vehículo nos recogió y pudimos llegar a nuestro terruño. Tras un buen desayuno y algo de descanso todo conecto: el mapa expuesto, los iconos de las quimeras y la información a medias son los ingredientes del miedo perfecto. Lovecraft nos hablaba de seres del plano astral, seres dimensionales que estaban por encima del ingenio humano, pero de alguna manera vaticino el extraño poder de la naturaleza sobre la razón científica. Los expertos dicen una cosa, los influencers otra, la gente en la calle siente la vaina distinta y yo acá, en mi encierro preventivo transcribo esta reflexión sobre el impacto de la información en este tiempo de paranoia y pandemia, donde a pesar de tanto saber se puede caer en esos trucos bajos de la desinformación de unos cuantos poseídos por el miedo.

En resumidas cuentas la opinión del experto paso a mejor vida, importa mas la opinión de un futbolista sobre el asunto. El comentario es mas valido que el hecho mismo que lo fomento. Los contenidos informativos no se ofrecen como deben ser: bien analizados, depurados y comentados con agudeza. Las cifras seguirán creciendo, el Covid-19 llego para quedarse, alojarse en nuestros organismos como lo hiciere el lenguaje, siguiendo el argumento de William Burrougsh. Amanecerá y veremos, si salimos de esta será por nuestro compromiso y respeto a las fuerzas naturales y no tanto por la gestión de la información suministrada. 

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