Sobre la información y otras sustancias del mundo moderno
Estamos viviendo lo que han denominado como “la cuarta revolución
industrial”. La tecnología ha ganado una alta participación en la vida social y
cultural que, muy sutilmente, ha conquistado sus modos y prácticas de
supervivencia. Precisamente, con el uso de los dispositivos móviles, una de las
sustancias que tiene mayor efecto sobre nuestra cultura y sobre nuestras vidas,
invisible pero solo logramos ver sus efectos, es la información. En otros términos,
se podría emplear la expresión “al principio fue la palabra”. Etimológicamente información deriva de informatio “acción y efecto de dar una
noticia”, una definición anclada al ejercicio periodístico y mediático. Si
fragmentamos la palabra en los golpes silábicos tenemos algo mas interesante: in (hacia dentro) – forma (figura, imagen) y cion
(acción y efecto); lo que nos lleva a revisar los dos momentos dados frente a
la información: recepción y percepción.
La proliferación de portales informativos independientes a
la mega industria informativa, los blogs de opinión, las redes sociales y las aplicaciones
de mensajería han generado un problema: sobreoferta informativa. La información,
como lo señala Manuel Vázquez Montalbán, “aparece en sociedades organizadas y
perfectamente conscientes de la importancia que tiene canalizar la opinión pública.”
(Vázquez Montalbán, 2008) dicha importancia la convierte en una mercancía, un
producto, administrado por ciertos intereses de la industria, la banca y el
estado. Para producir una noticia se deben coordinar la labor de tres factores
de producción: la financiación, los y las periodistas, y los equipos para
ponerla en circulación. Así las cosas, hablamos de una industria de la información,
y como tal existe una obsesión por controlar la “verdad” que recibe el mercado
(lectores y lectoras, televidentes, espectadores) desde la regulación de los
medios de difusión. La mayoría de personas prefiere un post de Facebook a leer
una nota de prensa, lo que ha desplazado la relevancia de los hechos a privilegiar
la opinión que se tiene de estos, sean verdaderos o falsos. Ahí viene uno de
los factores que infieren en el problema de la información, el poco análisis y
validar sin cotejar la información que circula tanto en los medios
tradicionales como en el ciberespacio.
Desde que activamos la pantalla de nuestro smartphone a primera
hora del día, nos reciben varias alertas sobre la crisis global, los fallecidos
por el virus aquel, la angustia que viven los comerciantes, el impacto del
cambio climático, el intento de golpe de estado en algun país en vias de desarrollo,
los millones robados por la corrupción en la republica del Ñongo… y podríamos seguir
este listado que solo produce una de las mas antiguas sensaciones del ser humano:
miedo. Los hábiles mercaderes informativos han entendido que lo que vende es el
miedo, y el miedo ayuda a generar control en la población. Piensen en las
creencias con las que fueron criados nuestros abuelos y nuestros padres: si haces eso Dios te puede castigar, que hace ahí se va a caer, ni siquiera sirve
para nada. Oraciones que se impregnan en nuestro inconsciente y se convierten
en los axiomas, un enunciado evidente que no requiere ser demostrado, que rigen
nuestra supervivencia cotidiana. Nada ocurre por casualidad en el universo, mas
aun en nuestro planeta. Se puede decir que algunos teóricos y teóricas han
hecho un ejercicio bien interesante al desarrollar metodologías de investigación
que acogen fenómenos que escapan a las ciencias duras. Las conexiones entre el
comportamiento de los planetas, las fases lunares y los procesos que ocurren en
la tierra, están estrechamente relacionados con los fenómenos sociales, políticos
y culturales acontecidos en la historia. Sin embargo, el modelo económico adoptado
por la mayoría, el capitalismo, ha sembrado una profunda creencia en lo
individual que ha desconectado al ser humano de su entorno real, incluso desconfía
de dicha realidad, abrazando aquella que es producida por los artilugios
propios del ingenio científico y tecnológico. Vivir en la burbuja mediática es
la nueva zona de confort, lo que ocurre fuera de ella escapa al control que
pueda tener sobre ella.
Todo lo anterior nos da algunas pistas del desafío mismo que
tiene el diseño gráfico. Por lo general el mercado percibe al diseñador como un
mediador, un intérprete, que convierte esa idea del cliente en algo tangible y
satisfactorio para él, puesta al servicio de diversas compañías y servicios.
Esa idea ya esta revaluada, pero la creencia sigue circulando lo que dificulta
ampliar la mirada frente al asunto. El diseñador y la diseñadora de hoy día se
deben percibir como agentes de cambio. El conocimiento de las minucias relacionadas
a las formas visuales y la producción gráfica, tanto impresa como digital,
hacen que cada elemento puesto, cada color, cada atributo; tenga una razón orientada
desde un concepto y una intención centrada en los usuarios y usuarias. Si bien
el diseño aparece en la sociedad con el auge de las mercancías y el impulso
consumista, es también una profesión con carácter social: se debe pensar en el
otro. El diseño de información, derivado de lo que se conoce como arquitectura
de información, se ha convertido en un campo que pone a prueba la versatilidad
de la forma y la función que debe cumplir. El objetivo primordial de este,
acorde a Jorge Frascara, se centra en el usuario o usuaria y propende asegurar
la afectividad de la comunicación, facilitar los procesos de percepción, lectura,
comprensión, memorización y uso de los datos presentados. Para producir cualquiera
de los productos del diseño de información, que van desde un formulario a un
mapa virtual, se siguen tres etapas: selección, organización y presentación. En
estas etapas se requiere desarrollar la habilidad para procesar, analizar, cotejar
todos los datos tanto textuales como no textuales, en especial cuando la imagen
ha incrementado su valor de culto.
En resumidas cuentas, el diseño de información esta al servicio
de las personas de a pie, los individuos que se desorientan con facilidad,
aquellos que caen fácilmente en las estafas, en los mitos promulgados por las
fake news, los paranoicos que depositan su confianza en el noticiero, los que
comen entero al periodista celebre, los que poco o nada les interesa el
panorama político. Todos y todas tenemos el derecho a la información, de
calidad, que nos permita sobrevivir a la altura de las cambiantes condiciones y
nos brinde herramientas para nuestra adaptación a estas. El desafío es lograr
eliminar el ruido y transmitir de forma neutra y objetiva lo que realmente sucede
a nuestro alrededor. Bienvenidos y bienvenidas al fascinante mundo del diseño
de información.
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