Introducción al Estudio Diseño de Información 2020

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Fotograma de Stalker (Tarkovsky, 1975) 



Estas fechas fueron las del año del Lobo

Aquí estamos en este pozo ciego
Aquí fuimos entre tanta semilla quemada
Aquí nos arrojaron apresurados
No fue el cólera
No fue el sida
No fue el volcón Vesubio
No fue Hiroshima

Para los arqueologos del futuro / Congreso (1989)
El consenso general de finales de la segunda década del siglo XXI dictaminaba que el único lugar confiable es el presente. Los arqueólogos del futuro han divulgado algunas evidencias que lo confirman. En ellas se declara que dicha época estaba marcada por un retorno de la superstición pesimista, rodeada por sofisticados conjuros tecnológicos alienantes. La realidad ya no es confiable, los dispositivos móviles, los modernos tótems de protección ritual, la han desplazado. Fueron usados para invocar desesperadamente la señal inalámbrica que les permitía acceder al más allá digital. La colmena informativa se ha desbordado de sus contenedores, el enjambre de datos que emana de ellos impide diferenciar el real del falso. Ante este incierto panorama, la objetividad se vuelve prioridad y el diseño su interprete mas fidedigno. En unas cuartillas más adelante marcan que la alineación astral entre Saturno y Plutón produce un cataclismo que los medios tratan de contener en pretenciosas notas cargadas se miedo. La insurrección repta sigilosamente en la gran red neuronal de la humanidad.

Uno de los arqueólogos encuentra entre las ruinas de la biblioteca un libro Cosmos y Psique, fechado del 2008. Fue escrito por Richard Tarnas, uno de los últimos historiadores culturales del siglo XXI.  En la primera página aparece subrayado con tinta de estilógrafo barato una frase: “El escepticismo es la castidad del intelecto”. El departamento de interpretacion, manteniendo la mayor precisión posible, revelo que Tarnas en su aforismo propone ver la castidad, una cualidad moral impuesta por un anacronico sistema de creencias, como la mejor preparación para el momento de rendirse con un propósito verdadero, comprometerse con una nueva realidad y los nuevos conocimientos que esta pueda brindar. Auscultando en los intersticios de nuestros mas profundos miedos y en la cima de nuestro entendimiento, adentrándonos en la zona crepuscular de nuestro intelecto, existe una tensión entre el rigor critico y el descubrimiento intuitivo. La intuición se refugia en la sombra proyectada de la razón y la vigilia terrenal abre paso al umbral del inconsciente buscando una señal que ayude a dar sentido a la incertidumbre y la angustia informativa.

Otra de las evidencias revelada por los Arqueologos parecía una especie de axioma que decia lo siguiente: “el optimista es aquel que no posee toda la información”. La categoría “optimista” cayo en desuso tras los acontecimientos de los últimos días, sin embargo el juego no acaba, en especial cuando el azar hace su bluff para persuadir a los demás que se retiren de la mesa, su mano es fuerte, finge debilidad de todos modos, porque, a diferencia de sus predecesores, él tiene La capacidad de ver ambas caras de la moneda y discernir en busca de una oportunidad: El entendimiento es nuestra meta.

El realismo ha dejado de cotizar en la bolsa de valores. Su transmutación lo ha convertido en algo más bien crudo y lleno de desesperanza. Los expertos mencionan varios factores que inciden en la perdida: el cambio climático, un modelo económico en decadencia, dirigentes poco competentes, la desinformación filtrando el algoritmo; entre otras cosas. Al pasar la pagina aparece otra anotación:

«Si al principio una idea no es completamente absurda, no existe la menor esperanza de lograr algo a partir de ella. En muchísimas ocasiones se ha asegurado que algo es imposible, pero una o varias décadas después se ha demostrado su viabilidad».

Es de Michiu Kaku. Kaku nos dice que la habilidad que nos diferencia de otras especies es la de crear modelos para ver el futuro, proyectar el pensamiento a lo desconocido y vaticinar una posibilidad de cambio, pero ¿que entendemos actualmente por futuro? ¿los vaticinios y advertencias hechas por los escritores, dibujantes y cineastas han caído en el olvido? ¿seremos capaces de mantener y generar un legado para las próximas generaciones? Encontrar una respuesta satisfactoria a estos interrogantes no es una tarea sencilla, sobre todo cuando es más fácil soñar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Podemos tener todos los datos, pero no la mejor estructura para comprenderlos. Los vicios de forma nos llevan a refugiarnos en la seguridad del presente, cobijado por el espectro de la nostalgia.

Las guerras están a la orden del día. Su propagación es cada vez más rápida. En todos los rincones de la aldea global McLuhaniana se disfruta cada escena acompañada de una bebida gaseosa y una poco nutritiva hamburguesa. Los imperios alimentan su maquinaria con el miedo social. El sonido de lo inevitable circunda el ambiente. Las herramientas, nuestras extensiones, han dejado de obedecernos para someternos a su dependencia. El sueño de la red ha caído en el solipsismo alienante del espectáculo ¿Quién podrá ayudarnos?, ¿acaso la mediatización ha usurpado nuestro pensamiento despojándolo de su capacidad crítica? Y de ser así ¿existirá una manera de recuperar dicha capacidad? Acorde a los arqueólogos del futuro existe una forma: el diseño de información.

¿En qué consiste entonces el diseño de información? Más que un arte o una ciencia, el diseño de información puede definirse como una mediación entre los productores de la información y los usuarios a quienes se dirige. Tomando en cuenta las palabras de Jorge Frascara, la finalidad del diseño de información se centra en facilitar los procesos de percepción, lecturabilidad, comprensión, memorización y uso de la información; respondiendo a las necesidades cotidianas que tiene la multitud por entender y usar no solamente productos, también los lugares y servicios que los rodean. Valiéndose de métodos como la cartografía, la gráfica instruccional, la visualización de datos, las líneas de tiempo y la infografía; el diseño de información genera formas de invitar a ser usado, reduciendo el cansancio y los errores en el procesamiento de los datos, agilizando el trabajo, haciendo la información atractiva y acorde a las necesidades detectadas, en aras de un mundo mejor, o al menos mejor informado.   


  

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